Colina de las Cruces en Lituania, un espectáculo divino

 

 

 

Colina de las Cruces. El sitio del que hablamos de hoy podría aparecer en una recopilación de «Lugares que no creerías que existen». El sueño de cualquier cristiano… o la pesadilla de cualquier ateo. Nos referimos a la Colina de las Cruces en Lituania, un montículo plagado de estos objetos. ¿No nos creas? Te damos un pequeño tour virtual por este lugar divino.

Colina de las Cruces, una isla de fe

La Colina de las Cruces (llamada Kryziu Kalnas en el idioma local) se sitúa a 12 kilómetros de la ciudad de Šiauliai, al norte del país, en el camino que va de Kaliningrado (Rusia) a Riga (Letonia). Se encuentra a unos 220 kilómetros de la capital lituana, Vilna. Como su nombre hace sospechar, se trata de una colina poblada por un gran número de crucifijos. Éstas han sido colocadas a lo largo del tiempo por católicos creyentes. Ésta es la religión mayoritaria en el país, con un 79%.

 

Alguno puede pensar que se trata de una suerte de Gólgota en los días de Cristo, con unas decenas de cruces. Nada más lejos de la realidad. El número exacto es desconocido, pero se cree que ronda los 200.000 símbolos. Apenas se extiende unos metros, por lo que hablamos de una concentración que desconcierta al ojo humano, ateo o creyente. De hecho, desde la distancia, la Colina de las Cruces parece un pastel atravesado por cientos de palillos. 

Colina de las Cruces.

Un paseo para fieles y ateos

Pero a medida que el viajero se acerca, los detalles de cada crucifijo se hacen visibles: tallas, dedicatorias… La variedad de cruces es inmensa: imponentes estructuras de madera, símbolos de piedra musgosa que llegan a la rodilla, versiones de metal en miniatura clavadas alrededor de sus compañeras más grandes…

Entre cruz y cruz se pueden encontrar esculturas de santos y efigies de Jesucristo y la Virgen María. Muchas cubiertas por los rosario que los peregrinos dejan en su viaje a la Colina de las Cruces. Una visión curiosa, sean cuales sean tus convicciones religiosas.

Y es que, incluso ahora, no existe ningún tipo de regulación en torno a los crucifijos. Dado que la Colina de las Cruces no está bajo la jurisdicción eclesiástica, los fieles pueden colocarlos dónde deseen. Más allá de pasear entre las cruces, no hay ningún elemento destacado. Aunque hay una pequeña «capilla» en la cima. Desde el año 2000 también hay un moderno monasterio franciscano en las inmediaciones.

Una historia perdida en la bruma del tiempo

Uno de los atractivos de la Colina de las Cruces es su propio origen incierto. Existen diferentes teorías sobre cuando comenzó la colocación de los símbolos. Algunos investigadores creen que antes de la proliferación del cristianismo Lituania (en el siglo XIV) la colina era un lugar de culto pagano. Después de la conversión de muchos lituanos al catolicismo, algunas nuevas tradiciones se fusionaron con las antiguas. Así, el montículo siguió siendo un lugar de peregrinación durante siglos.

 

Por el contrario, otros expertos sugieren que la creación de Colina de las Cruces es más reciente. Éstos creen que los primeros crucifijos se erigieron en honor a los lituanos muertos durante la represión zarista, tras la insurrección de 1831. Y es que en esta época, Lituania estaba bajo dominio del Imperio Ruso. Parece ser que cuando los familiares de los patriotas no podían recuperar los cuerpos, colocaban una cruz en la cima. Un cementerio sin habitantes. Recetas faciles y rápidas

Colina de las Cruces.

El corazón de un país

Lo cierto es que la Colina de las Cruces no solo se convirtió en un espacio católico, sino un símbolo de resistencia al invasor. De hecho, durante la era soviética, entre 1994 y 1990, la URSS trató de destruirlo en varias ocasiones. Pero en cuanto los crucifijos eran retirados, los locales colocaban otros nuevos. Incluso se rumorea que los rusos pretendían construir una presa en el río colindante, para sumergir la elevación.

Otro de los hitos más destacables fue la visita del Papa Juan Pablo II a la Colina de las Cruces en el año 1993. Además de celebrarse una misa multitudinaria, el pontífice puso un crucifijo a la entrada del lugar. Este gesto catapultó la fama del lugar, atrayendo a miles de fieles y turistas.

Colina de las Cruces, Juan Pablo II.

Visita la Colina de las Cruces

Desgraciadamente, visitar la Colina de las Cruces no es conveniente a menos que tu ruta te lleve por esta parte del país. Puede ser una parada interesante si estás haciendo un road trip por los Países Bálticos. En líneas generales, es un lugar que puedes visitar en cualquier época del año. Pero ten en cuenta que el frío y la nieve pueden ser notables en invierno. Aunque, sin duda, la visión adquiere un carácter especial…

Dado que la Colina de las Cruces es un espacio al aire libre y sin ningún tiempo de regulación, está abierto 24 horas al día, los 365 días del año. El centro de visitantes abre de 9:00 a 18:00 entre semana y de 10:00 a 17:00 sábados y domingos. Éste cuenta con servicios básicos como lavabos y una tienda de souvenirs.

Colina de las Cruces.

Cómo llegar a la Colina de las Cruces

Precisamente, la mejor opción para llegar es hacerlo en coche, ya que ofrece cierta libertad para pasear por el lugar. Como hemos dicho, desde la capital son unos 220 kilómetros, unas 2 horas y media de trayecto. En realidad, se encuentra más cerca de Riga que de Vilna. Solo hay 120 kilómetros hasta la ciudad letona, lo que os llevará sobre 1 hora y 40 minutos. Una vez allí basta con aparcar el vehículo (el parking del centro de visitantes cuesta 1 euro) y caminar hasta el promontorio.

Si no disponéis de automóvil, podéis llegar en transporte público hasta Šiauliai. Varias compañías de bus, como Ecolines o Busturas parten desde las ciudades principales como Vilna o Kaunas. Aunque para algunos trayectos (como el de Riga) encontrar horarios decentes o evitar transbordos puede complicarse. En el caso del tren, hay rutas directas también desde las grandes ciudades. Consulta éstas en la página web del la red nacional ferroviaria.

Colina de las Cruces.

Una vez en Šiauliai, a la Colina de las Cruces se puede llegar en el bus local. En la estación principal debéis buscar la línea que va hacia Joniškis. Vuestra parada es Domantai, la tercera desde el pueblo. Luego toca caminar unos 2 kilómetros. Eso sí, la frecuencia no es muy buena. Incluso en las mejores horas, los buses salen cada 75 minutos. Debido a ello, un taxi puede tornarse en una buena opción, sobre todo si vas en grupo.

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2024-10-01

 

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